Mi primera ciudad africana
5 de agosto de 2008, aterrizamos en Ouagadougou. Es noche cerrada, hemos sobrevolado el Sahara y me siento extraña y expectante. Es la primera vez que visito el Africa subsahariana. El avión comienza a bajar hacia lo que se supone que es la capital de Burkina. No hay prácticamente luces, ni debajo, ni en el horizonte... me viene a la cabeza "el continente oscuro". El trayecto hasta el hotel también me resulta extraño. No hay asfalto en las calles, sólo arena, y las casas son más similares a chabolas y chozas, y que a edificios de ciudad.
A la luz del día el panorama no cambia demasiado. Vamos al centro, a la calle donde está la mezquita, para cambiar dinero. Es día festivo, y de todas formas no logro ver un banco por ningún sitio. Vamos a la tienda de un libanés, comerciantes que se asentaron aquí hace ya varias décadas, huyendo de sus guerras, y que manejan todo un emporio, incluyendo la compra-venta de divisas. En la calle, se nos acercan hombres a vendernos todo tipo de artesanías, a entablar un poquito de conversación, a enterarse de quiénes somos y cuándo hemos llegado... Uno de ellos, un hombre mayor, me dice que estuvo en Lanzarote, viajó desde El Aaiún en una barca. Después, me pide que le ayude, quiere volver a emigrar. Su cara es de desesperación, y se me encoge el estómago. Nos vamos.
Esta "entrada" en Africa occidental me sorprendió y me inquietó. Realmente estaba alucinada con la precariedad que discurría ante mis ojos... las calles, la gente, los escasos edificios... ¿esto es una ciudad?!!!
Visitamos la Catedral de la Inmaculada Concepción, construida entre 1934 y 1936. Un edificio de ladrillo rojo, en un recinto bastante vacío a esa hora, un remanso de paz y tranquilidad...
Poco más, empezamos el viaje hacia el Sahel. Nos esperaban más de 20 días de trayectos en 4x4, calor, paisajes y gentes alucinantes, mezquitas maravillosas... y al final, volveríamos a esta "capital".
Y cuando volvimos, ay! mi visión era otra completamente distinta!. Reconocimos sitios, calles y plazas en las que habíamos estado el primera día. La precariedad era casi abundancia, al lado de Tombuctú, Gao, Djenné, Mopti, etc. La gente viste más "moderna", hay motos por todas partes, ruido... Sí, es una ciudad, partiendo de parámetros muy distintos a los nuestros, partiendo de sus parámetros. Anduvimos por sus calles con otra actitud, incluso nos encontramos con algún personaje del primer día, y te embarga una sensación de familiaridad y casi "cariño" que no tenía nada que ver con la llegada. Me dio pena no poder quedarme algún día más (en realidad, me quería quedar mucho más :-)).
Puede ser un paso obligado en vuestro viaje a Burkina, pero no está mal quedarse varios días, aclimatarse, y comprenderla un poco. Suele pasar con las ciudades supuestamente "anodinas", que también tienen su personalidad y cuando la descubres, gusta.
Por cierto, es una de las ciudades más seguras de Africa y su centro se maneja bien andando (aunque el calor pueda hacer algunos paseos más largos).
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