ANADEL
Toda una experiencia.
El sitio es minúsculo, con pocas mesas y muy ruidoso, y es que todos parecen conocerse y ser del barrio.
Estamos en Campo di Fiori, en una calle que sale en un extremo, donde se coloca el puesto de flores, una zona de Roma que me encanta y a la que siempre vuelvo, y a la que ahora está de moda venir para cenar o tomar una copa.
La Hostería de Fortunata que está a pocos pasos tenía cola en la puerta, si no hubiera sido así hubiéramos repetido, aunque eso de tener a la señora en el ventanal haciendo la pasta por la noche no me gustó, Fortunata estaba en la cocina la última vez, elaborando las pequeñas porciones de masa.
Nuestro camarero era indio, lo deben tener allí porque se maneja en todos los idiomas, y por su especial amabilidad, el joven jefe romano conocía a todos que estaban en el local, como si estuvieran en su casa.
En cuanto al menú imprescindibles esas alcachofas fritas en temporada, una delicia, no tanto el pescado rebozado del que pedimos una unidad para probar, y muy ricos los polpette o albóndigas omnipresentes en las cartas romanas, no me parece bien tener que apoquinar por los contorni o tener que comerte los platos sin guarnición.
Una cena divertida y animada recién aterrizados desde España, con risas y exuberantes romanas con tacones imposibles y chicos con trajes de diseño, que será difícil olvidar.
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