Cuando las fotos son sólo publicidad
No es que me sienta estafado, ni engañado; no es que me hayan dolido los casi 60€ que pagamos por persona para ver ballenas que no vimos. Lo que me duele es la publicidad engañosa con la que juegan las tres compañías familiares que regentan la actividad en Húsavik.
Todavía guardo el folleto que nos dieron al comprar el ticket, donde pone claramente que la posibilidad de ver a los grandes cetáceos en cada salida era superior al 97%. Una mentira.
Ilusionados, subimos al barco donde nos vestimos con unos monos impermeables que olían a centenares de cuerpos que los habían llevado puestos antes que nosotros. El barco zarpó y con el zarparon nuestras esperanzas de ver de cerca las ballenas.