Llegué a Edimburgo desde Londres en ...
Llegué a Edimburgo desde Londres en tren, y lo primero que vi al salir de la estación de Waverley fue la silueta medieval, imponente y oscura de la Old Town. Guauu, me dije, porque la imagen es espectacular. Separada sólo por una avenida y un poco más abajo, la New Town, dieciochesca y elegante, no tiene nada que ver con la ciudad vieja. Sabía que la capital de Escocia es una ciudad chica, abarcable, hecha para andar. La guest house que había reservado estaba en Canonmills, un barrio de la New Town, así que me puse a caminar. Atravesé parques soñados, avenidas anchas, conjuntos elegantísimos de edificios con un aire francés. ‘Edinbra’, como le dicen los escoceses, fue oscureciéndose al ritmo de mis pasos.