Isabel de la Granja
Viena, capital musical
Era un domingo gris y tenía toda la mañana sin planes. Deambulando por la ciudad llegué a este espléndido palacio-museo y entré. En taquilla me ofrecieron la posibilidad de comprar un ticket que incluía visita al museo, concierto barroco de una hora y comida en el Rubens restaurant, una coqueta caseta rococó anexa al palacio.
Me lo quedé por 20 euros (creo que ahora es algo más caro). Fue increíble: paseé a mi antojo por las salas del museo (no es demasiado grande), y lo mejor vino al llegar el concierto: era en un salón neoclásico con un escenario donde un quinteto de cuerda con soprano y tenor interpretaron piezas austríacas de barroco que yo no conocía pero me encantó.
Tras una hora de música, me fui a comer: el restaurantito estaba abarrotado y compartí mesa con un señor holandés de mediana edad. La entrada daba derecho a un plato y postre. La bebida y café aparte. Los platos ni fú ni fá y el servicio algo disperso, pero valió la pena ver el trasiego de vieneses de todas las edades que llenaban el local revueltos con turistas y camareros. Recomendable hacerlo con pareja y/o algunos amigos.
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