Roberto Gonzalez
Una tienda de aceite y vinagre...y un museo.
El Museo de las Tradiciones de Tejeda está situado en uno de los edificios más emblemáticos de la villa.
Renovado en preciosa piedra de cantería, conserva los elementos estructurales y decorativos de una casa tradicional canaria. El resultado es un lugar ideal, elegido por los tejedenses para exhibir su historia y modo de vida.
Empezando por la entrada, donde nos espera un estupenda y muy curiosa recreación de una tienda de "aceite y vinagre", que así se llamaba a las pequeñas "ventas" donde el aceite se despachaba en un sitio y el vinagre en la cantina, donde bebían los hombres.
Pero también ofertaba otros artículos, desde comestibles, tejidos, material escolar y calderos, hasta productos de limpieza, bebidas y piezas de ferretería.
En los caseríos aislados, este tipo de establecimientos era fundamental, porque aunque a lo largo de la historia canaria, nuestra economía rural estaba basada prácticamente en el autoabastecimiento y en el intercambio de bienes, pero evidentemente habían cosas que era necesario comprar, y esas tiendas eran las únicas que podían ofrecerlas.
Pero el museo sigue, y a través de las diferentes secciones podemos aprender más sobre la prehistoria, la conquista y las ocupaciones tradicionales en el campo, haciendo especial hincapié en la extraordinaria calidad de los productos agrícolas de la zona, como la miel o el vino.
Escenas de la vida cotidiana reflejadas en grandes murales explicativos, muebles, dioramas y una casa estupendamente restaurada y conservada, hacen que la visita a este pequeño pero completísimo museo se convierta en una experiencia a repetir. Por mi parte doy la enhorabuena a la iniciativa y le auguro muchos y muy buenos años de divulgación de la historia de Tejeda, una historia realmente interesante y educativa.
Pero el museo sigue, y a través de las diferentes secciones podemos aprender más sobre la prehistoria, la conquista y las ocupaciones tradicionales en el campo, haciendo especial hincapié en la extraordinaria calidad de los productos agrícolas de la zona, como la miel o el vino.
Escenas de la vida cotidiana reflejadas en grandes murales explicativos, muebles, dioramas y una casa estupendamente restaurada y conservada, hacen que la visita a este pequeño pero completísimo museo se convierta en una experiencia a repetir. Por mi parte doy la enhorabuena a la iniciativa y le auguro muchos y muy buenos años de divulgación de la historia de Tejeda, una historia realmente interesante y educativa.
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