Murallas medievales de Dalt Vila

Las murallas de Dalt Vila son patrimonio de la humanidad desde 1999. Fue Felipe II el que ordenó su construcción, cuando aún era príncipe, como estrategia ante la amenaza de alianza entre turcos y franceses. Las obras empezaron en 1555 y acabaron en 1585, fecha que podemos ver junto al escudo del rey en el portal de ses Taules.

Aparte de las famosas murallas renacentistas, Dalt vila también conserva sus murallas medievales. En origen islámicas, fueron mantenidas y rehechas después de la reconquista y están perfectamente integradas en el conjunto urbano de Dalt Vila. A lo largo de la Calle

Las vistas desde las murallas son fabulosas, y poder andar entre la historia es algo que impresiona. El buen estado de conservación y la espectacularidad de sus muros son dignos de visitar.

Se puede subir hasta lo alto, a pies de la catedral, y como es de imaginar está en cuesta...
Nosotros hicimos trampa, el conductor del autocar nos dejó lo más arriba que pudo, el resto lo hicimos a pie y luego bajamos hasta el nivel de mar andando, y fue mucho más relajado, y así también pudimos ver las coquetas calles del recinto, y su portalada de entrada con los arcos y la puerta elevadiza. Incluso

Una vez has traspasado la muralla entras en otro mundo donde el color blanco te invade, sus calles empinadas te incitan a recorrerlas hasta llegar a la parte mas elevada donde las vistas del puerto con sus islotes, el color de las aguas y al fondo la isla de Formentera, hacen que la subida aunque haya sido en las horas más cálidas del día haya valido la pena.

Las murallas son espectaculares, la zona de arriba del todo tiene unas vistas magníficas. Además el camino es muy bonito ya que todo es de forma peatonal y te puedes encontrar con algún que otro cañón.

Es la entrada principal, a la que se accede por una rampa empedrada. A los dos lados hay dos estatuas romanas, la diosa Juno y el guerrero Cayo Julio Tirón, que son réplicas de dos piezas originales de mármol.

Se recomienda verlo de día, caminar entre callejuelas y luego volver de noche a verla iluminada, hay unos cuantos rincones para tomar una copa de vino y disfrutar del entorno isleño.

Subiendo hay un mirador donde se ve toda la ciudad. Calle empedrada.

Un recorrido por esta parte de la isla nos transporta a la época medieval, sus calles estrechas, las vistas desde el castillo son excelentes incluso se ve Formentera y el paso de los barcos que entran y salen del puerto son una distracción mientras nos da la brisa suave del mar Mediterráneo.

Y tener unas vistas de la ciudad desde diferentes puntos, en verano (mayo-septiembre) hace mucho calor, es mejor hidratarse bien.

Sobre todo el primer fin de semana de mayo, cuando ponen el mercado medieval.