Roberto Gonzalez
Un molino con una historia bastante movida
Los molineros han usado desde siempre la fuerza de la naturaleza para poner en marcha la maquinaria de sus molinos. En Bremen no iba a a ser menos, y por ello se asentaron cerca del rió Weser o sobre pequeñas colinas, donde el viento era un poco más fuerte que en las planas llanuras del norte de Alemania.
Por ello, el primer Kaffeemüle o "molino de café" fue construido en 1699 en un lugar cercano al actual emplazamiento, un poco más elevado que el resto de la ciudad, pero tuvo que ceder el lugar a una fortificación (el Doventorswall).
Así que el nuevo ingenio tuvo que levantarse un poco más al norte y buscar la manera de ser productivo para no ser movido de nuevo.
Durante más de 100 años, nadie se atrevió a levantar la voz ni los planos contra el molino, hasta que en 1832, el "Kaffeemühle" se incendió y un año después, el lugar se vendió al constructor de molinos Erling, que inmediatamente construyó uno nuevo mucho más alto y con los avances que el siglo XIX le permitía.
Pero llegó la era industrial y la energía eólica del molino no era suficiente para producir todo lo que los ciudadanos exigían, así que las máquinas de vapor sustituyeron al pobre molino de madera y éste cayó pronto en el abandono.
Su propietario lo vendió a la ciudad por menos de un tercio del precio real.
Ahora propiedad de todos los habitantes de Bremen, disfrutó de una restauración completa en 1997, ajardinando todo el solar que lo rodea que se ha transformado en un pequeño y precioso parque.
Hoy en día el molino con varios pisos habilitados y decorados con exquisito gusto, sirve de cafetería, restaurante y lugar favorito de los bremenses para la celebración de sus fiestas familiares.
Una detalle, la mejor vista, como la de la primera foto se obtiene desde el puente Herdentor.
Pero llegó la era industrial y la energía eólica del molino no era suficiente para producir todo lo que los ciudadanos exigían, así que las máquinas de vapor sustituyeron al pobre molino de madera y éste cayó pronto en el abandono.
Su propietario lo vendió a la ciudad por menos de un tercio del precio real.
Ahora propiedad de todos los habitantes de Bremen, disfrutó de una restauración completa en 1997, ajardinando todo el solar que lo rodea que se ha transformado en un pequeño y precioso parque.
Hoy en día el molino con varios pisos habilitados y decorados con exquisito gusto, sirve de cafetería, restaurante y lugar favorito de los bremenses para la celebración de sus fiestas familiares.
Una detalle, la mejor vista, como la de la primera foto se obtiene desde el puente Herdentor.
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