Muchas cosas que mejorar
Lo primero que llama la atención al entrar en Mug es su cuidada decoración de diseño y su mala distribución del espacio. Después de atravesar un estrecho pasillo lleno de mesas para dos pegadas a las paredes, cruzándote con otros clientes y camareros con bandejas, llegas a la zona de la barra y de las mesas para más de dos personas.
La carta, poco extensa pero variada. Todo tapas de cocina de mercado. El servicio... les falta mucho rodaje. Media hora para servir la bebida (caliente) y una hora para que empiecen a salir los platos de cocina. Más de dos horas de reloj para tomar 6 tapas y un trozo de tarta. Entre terraza e interior deben tener unas 20 mesas y la cocina no da abasto. He de decir que la comida está buena, aunque para mi algunos platos no valen lo que cuestan. Pero la experiencia no fue buena y, de momento, no creo que vuelva a ir a cenar.