Un incomprensible monumento
Ibamos hacia la playa del Castillo cuando al pasar junto al Parque de Bomberos contemplamos una extraña composición artística y nos paramos a conocer qué era aquello. Leyendo en un monolito nos enteramos de que estábamos en una glorieta dedicada al imaginero Luis Alvarez Duarte.
Este artista, dedicado al arte sacro, nació en Sevilla en 1949 y ha inundado media España gracias a una prolífica actividad esculpiendo tallas de gran aceptación popular. La más conocida es la del Cachorro sevillano, pero en San Fernando se le conoce por otras cuatro obras, tan importantes como la virgen de la Trinidad por citar sólo una de ellas.
Su formación fue esencialmente autodidacta, aunque influenciado por los consejos de otros grandes maestros y por sus visitas a Italia. Esto le ha hecho crear un estilo personalísimo, donde el sentimiento y la expresividad son las características esenciales de sus imágenes.
En el año 2005 las cuatro hermandades isleñas con tallas suyas promovieron que se le levantara un monumento en agradecimiento a su obra. Estas hermandades son las de la Borriquita, Medinaceli, Misericordia y Jesús Nazareno. El 27 de junio de 2006 lograron su propósito con la inauguración de este monumento. El alcalde Manuel María de Bernardo presidió el acto, acompañado del propio artista.
Lo curioso del caso es que uno esperaría encontrar una imagen religiosa en la rotonda, y además con gran expresividad. Y, sin embargo, el monumento es un entramado de metal azul rodeado de algunas torretas metálicas sobre una base de arena. Me parece lo más alejado posible de la obra del imaginero, pero lo que es evidente es que se presta a cualquier tipo de interpretación. Mi acompañante me dijo que le parecía que el cono central representaba a un penitente, el arte contemporáneo tiene estas cosas, sirve para todo.


