Se trata de un monumento a uno de los...
Se trata de un monumento a uno de los personajes más peculiares de la reciente historia de Utrera. Se halla en la calle que atraviesa de norte a sur la población, casi en la misma entrada de la misma tras pasar el polígono industrial.
La postura de la figura lleca a confusión porque parece una persona que se tira de los pelos al habérsele caído una maceta. Esa es la impresión que me dió hasta que pregunté a los vecinos por la identidad del representado.
Miguel Vargas Jiménez fue un gran cantaor flamenco, nacido en Utrera en 1943. Rompiendo con la pureza de los palos flamencos en aquellos años se dedicó a innovar, aflamencando distintos géneros como el de los amores canallas donde la pareja se pelea cantando. En realidad su pose en bronce recoge uno de sus habituales gestos cuando cantaba este género.
El apodo de Bambino que le acompañó toda su vida surgió cuando en su primera actuación en público cantó una versión aflamencada del popular Bambino de Renato Carosone. Gustó tanto que todas las noches le pedían que la cantase varias veces.
La estatua es obra de los escultores granadinos Javier Casares y María Ortiz, ambos de Santa Fe.


