La ruta, al igual que la amistad, la decide uno mismo.
Monroyo es un pueblo "por el que se pasa". Uno, no se detiene en Monroyo. ¿Para qué?.
En mi caso fue una parada para repostar, en la gasolinera que hay justo en el alto del pueblo.
Mientras la chica llenaba el depósito, vimos a nuestra espalda, una pequeña tienda, con productos de
la tierra. Un "delicatessen" para los amantes del buen queso, el vino, jamón de Teruel, etc. Todo, producto de la tierra. Salimos con dos bolsas. Aparcamos y pegada al bar donde tomamos una cerveza, está la bonita fachada del "Posada Guadalupe". Reanudamos el viaje, con la sensación de no haberlo visto todo.