Parador de Santo Estevo

Este es sin duda uno de mis paradores favoritos junto con Corias y Cangas de Onís.

Situado en la Ribeira Sacra de Ourense, el mero hecho de aproximarse en coche, descendiendo después de haber subido la montaña para llegar a la hendidura en el valle en que se encuentra, resulta asombroso. Ver aparecer el edificio casi de la nada, dominando el valle desde su ubicación, majestuoso en su grandiosidad gris de piedra.

La restauración es muy cuidada, con uso medido de cristal y renovación de materiales antiguos. Las zonas comunes son preciosas, como no podía ser de otro modo, y la atención del personal, como no me canso de repetir en paradores, muy buena también.

Tras un largo viaje en coche, apareció entre las montañas verdes y frondosas, este majestuoso lugar lleno de historia y siglos de ampliaciones al monasterio.

La sensación que ofrece este lugar en prácticamente todas sus estancias es sin duda para la que fue ideado, una sensación de paz que te hace estar unido a algo más grande.

Un hotel contundente y medieval en el que han conseguido mantener el encanto inicial al modernizarlo respetando al máximo sus características históricas. Resulta muy interesante la forma en la que han convertido las habitaciones para el uso actual del hotel.

A pesar de no estar alojadas en él, tuvimos la oportunidad de recorrernos este parador y ver sus dependencias, ya que se encuentra en un edificio declarado Monumento Histórico Artístico: El Monasterio de Santo Estevo. En nuestra excursión por la Ribeira Sacra y Cañones del Sil visitamos este monasterio, y tuvimos tiempo libre para poder tomar algo en su cafetería. La verdad es que se encuentra en un entorno natural y paisajístico extraordinario, rodeado de un bosque de castaños y con vistas a los Cañones del río Sil, pero esa tranquilidad es turbada por los múltiples visitantes y turistas que acuden diariamente a visitar el monasterio, lo que me parecería bastante inadmisible si hubiera sido cliente del hotel.