El fiordo de los sentidos
Antes de partir hacia Nueva Zelanda dudábamos si visitar el obligado Milford Sound por la carretera que lo recorre en todo su perímetro en lo alto de las montañas y acantilados o hacer lo que todo el mundo hace, es decir, un crucero. Finalmente, viendo los pros y los contras, decidimos elegir este último. Como ya hemos visto en el anterior rincón, existe una terminal de ferries o más bien barcos de recreo que realiza recorridos hasta el mar de Tasmania, a unos 15 kilómetros del muelle.
Tras comprar nuestro billetes, entramos al barco, donde ya estaba preparado el buffet caliente que iba incluido en el precio. Llenamos nuestras bandejas, ya que debido al largo camino que tuvimos que recorrer, nos habíamos levantado a las 6 de la mañana y partido sin desayunar.