Un lugar caido del cielo, elevado de la tierra por esos impresionantes macizos de roca
Esos macizos de roca, se llevan tus ojos, te llaman. El viento pasa entre ellos, moldeándolos junto al agua, al frío y al calor. Esa roca se dibuja, se pule y tu solo miras la obra de arte que ha sido ejecutada por milenios. Andar entre ellos, es encontrar valles y paisajes cada vez mas sorprendente: Subir a ellos es una experiencia para compartir. Y entre ese gris y verde, mimetizados entre lo natural, la mano del hombre también creo arte. Esos monasterios, aislados del mundo del hombre, intentar llegar mas cerca de Dios )con el nombre con que quieras que lo conozcas). Antes, se subía con cuerdas, sujetas desde roldanas, que colgaban desde las cimas de los macizos hacia los caminos entre ellos, mientras algún monje de arriba, tiraba para que el de abajo subiera. A la pregunta de cuando sabían cuando había que cambiar una cuerda? Nos dieron la respuesta de "cuando Dios quisiera cortarla". Ahora no se preocupen, hay escaleras de piedra, en perfecto estado que además de regalarnos una vista impresionante, nos llevan a esos lugares en donde es requisito una ropa recatada y paciencia ante sus costumbres, pero que hacen valer la pena cada uno de los escalones que hay que subir para llegar a esa cima. Luego el arte perfectamente conservado del Monasterio. Un lugar que quita el aliento, que parece llevarte al pasado.