Este mesón se encuentra a la entrada ...
Este mesón se encuentra a la entrada del casco histórico de Santiago, y cuenta también con servicio de bar. El local tiene pinta de cutrillo, el interior es muy oscuro y sólo tiene 4 o 5 mesas, pero lo elegimos para picar algo a la hora de la cena en la amplia terraza que había en el exterior.
Mala elección. El trato fue pésimo, había sólo 2 camareros para atender un montón de mesas, y no se enteraban de nada, se confundían y nos traían cosas que eran para otra mesa, tardaban tres veranos en todo...
La carta es muy limitada, únicamente unas pocas raciones, entre las que elegimos: Croquetas, surtido de embutidos y un pincho de tortilla de patata. Bueno, la comida no podía ser peor, las croquetas malísimas, de las más cutres que pueda haber en la sección de ultracongelados del súper; los embutidos era lo único medianamente pasable, pero vamos, corrientes y molientes (no esperéis unos ibéricos); la tortilla seca, que debía llevar en el mostrador de la barra 2 días ya, y la trajeron helada, vamos, ni se molestaron en calentarla en el microondas.
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