Raúl Iglesias Linares
Para desconectar
Aunque fue una visita muy fugaz, la estancia fue espectacular. El camino hasta el albergue es largo y no muy cómodo, un camino rural y estrecho para pasar muy muy justo con dos coches, pero una vez llegas la sensación de desconexión del mundo urbanita es total. Es un espacio protegido, y cobran una pequeña tarifa por acampar y pecnoctar en el albergue que dedican para el cuidado y conservación del lugar, y tienen aseos y alguna instalación básica. Muy recomendable.
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