Triste recuerdo
Delimitado por pobres muros de ladrillo rojo que un día dieron forma al ghetto de Varsovia, sobre azulejos negros que dibujan un candelabro de siete brazos, descansa un memorial dedicado a las víctimas judías más jóvenes de la Segunda Guerra Mundial. Su inscripción principal, que durante mi visita estaba cubierta de flores y ofrendas blancas y azules –los colores de la bandera de Israel–, reza en inglés, polaco y yidish "en memoria del millón de niños judíos asesinados por la barbaria nazi alemana entre 1939 y 1945”.
Colgados de los muros que corona una tétrica alambrada de espino hay varios letreros. Uno de ellos (izquierda), el que firma Jack Eisner, recuerda como de 20 nietos de una misma abuela perecieron 19 durante el conflicto; otro (derecha), el que lleva la marca de Henryka Lazowert, no es sino un poema que recuerda la dura vida en el ghetto.