Ninguna foto o relato va a hacer justicia al monumento.
Que nadie dude en ir. Es un complejo muy grande de patios porticados comunicados entre sí, con mezquitas en los laterales y un gran mausoleo en el centro con una cúpula en forma de bulbo que quita el hipo y llega a emocionar, donde ver lo mejor del arte persa y la tradición de las construcciones religiosas de Irán.
No se puede acceder si no es en compañía de un guía estatal que sin duda enriquece la visita y que nos habla muy bien de los iraníes, primero su cultura les "obliga" a acogerte, a tratarte bien y a darte todas las explicaciones necesarias: les encanta mostrar y explicar su patrimonio y legado.
En segundo lugar, el sitio es a la vez lugar de fervor religioso para los locales y una fuente de impresionantes fotos para los foráneos, y esta es una excelente forma de conciliar intereses dispares y a la vez asegurarse de profundizar en el conocimiento del monumento y de paso de la ciudad y su país: volverás contando mucho, más y mejor. ¡Listos estos iraníes!
Así que prepárate para ver un monumento descomunal, deslúmbrate y emociónate, y de paso para recibir una clase gratuita y magistral de historia del islam, estética, arte, técnicas y oficios persas, arquitectura, tradición... Todo ello mientras cantan (lamentan, lloran). ¡Qué grande fue aquello de verdad!


