ANADEL
El postre, esa tarta industrial tampoco valía nada, la elección no fue un acierto.
La vista era de gran cantidad de marisco fresco en el interior de un modesto restaurante con niños corriendo por doquier, pero había hambre y el calor inaguantable acababa con las ganas de seguir caminando.
Pedimos el plato de la casa , una bandeja de marisco hervido, de una calidad "regulera" y con unos percebes excesivamente salados.
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