Adentrarse en el lago es viajar a un mundo único.
Adentrarse en el lago Titicaca, el más alto del mundo (3.800 metros de altitud) y el más extenso de Sudamérica (8.562 km2) es un goce para los sentidos, visitar las islas flotantes de los uros, que aunque parezca increíble son de verdad islas artificiales que flotan sobre el agua del lago, hechas con totoras, y después la isla de Taquile, ya cerca de las costas de Bolivia, ambos sitios habitados, las islas flotantes por sus constructores, lógicamente, los uros (de lengua aymara) y la isla de Taquile, con unos 4 km2 y muy montañosa, habitada por población de lengua quechua.
Se trata de dos culturas que al vivir en islas se han mantenido aisladas hasta prácticamente la segunda mitad del siglo XX, por lo que han conservado muy bien sus costumbres y tradiciones, pero es precisamente esto lo que ha atraído en los últimos años el turismo, y este turismo ha transformado en cierta medida su tradicional modo de vida, y sobre todo su economía.
Un edén para el amante de la antropología por las costumbres de sus gentes, un goce para el fotógrafo por el colorido de los trajes típicos y las estampas más tradicionales y en definitiva un destino imprescindible para el que ame viajar. Un paraíso único, tanto en el espacio como en el tiempo, en donde descubrir otra forma de vida.