Tuve la fortuna de volar a Lima desde...
Tuve la fortuna de volar a Lima desde Buenos Aires en un día sin nubes. Con la cara pegada a la ventanilla me fasciné con el cruce de la Cordillera de los Andes en Mendoza, pero nada superó a la hora y media que bordeamos el Pacífico desde Santiago de Chile. Llegando a Lima, el avión volando a menos altura, lo que se veía era mágico: La meseta amarillenta, árida y desolada cayéndose al mar de un azul inaudito, bahías desiertas, cabos de formas surrealistas. Hubiera querido tirarme en paracaídas, aunque no me lo permitieron y tuve que conformarme con sacar estas fotografías.