La cocina de San Antón

El restaurante La Cocina de San Antón recibe su nombre de su situación: en el interior del Nuevo Mercado de San Antón, en pleno corazón de Chueca. Ocupa toda la tercera planta de este nuevo mercado (antiguo Mercado de San Antón totalmente renovado y ahora con una imagen vanguardista y unos puestos de lo más chic), en un amplio espacio de aproximadamente 400m2.

A no ser que seas un tipo raro, no me cabe duda de que lo que más te gustará de este restaurante es su terraza-lounge con una panorámica sobre los tejados de Chueca que será este verano 2011 uno de los mayores atractivos de este barrio.

La ubicación del nuevo mercado de San Antón es perfecta, a unos pasos de la Gran Vía y en pleno barrio de Chueca. En la tercera planta, que aúna terraza, cafetería, restaurante y bar lounge, encontramos un nuevo concepto, al menos en Madrid, llamado "cooking", que consiste en que puedes comprar artículos en el mercado de la planta baja, como carne, pescados y hamburguesas, y subir con tu bolsa al restaurante, donde te lo cocinan y eliges los complementos de tu elección.

Aparte de eso, tiene una carta internacional, en la que va desde el picoteo de raciones hasta platos de influencia

No sólo la imagen del restaurante es moderna, sino que su web

Si algo nos gusta de Madrid son los días de solecito en pleno invierno. La terraza del Mercado de San Antón es una opción estupenda para disfrutar de la fototerapia invernal mientras tomas un cóctel en la zona lounge o degustas la cocina de mercado de su restaurante.
Se puede fumar, claro, y eso hace que sea una zona bastante transitada, aunque entre semana es un sitio tranquilo para tomar un aperitivo antes de comer; en general mucho más que los puestos, donde a veces es difícil conseguir un taburete.
La rehabilitación del edificio es dudosa, sobre todo por fuera, pero la terraza no tiene pegas.

Puede que los propios empleados y se de primera mano que se están produciendo más robos en el establecimiento del mercado.

Mi experiencia fue nefasta no, lo siguiente. Fuimos a celebrar allí la cena de empresa y una chica bajita morena que estaba en la puerta del restaurante nos dijo que podíamos dejar las cosas en el perchero que hay en la entrada, la pregunté si estaba vigilado y me aseguró que sí, que sólo entraba ella. Cuando volví mi bolso no estaba, así que o bien me lo robó ella o bien me mintió. La ayuda que ofrecieron no fue mucha, de hecho, nos mandaron a tomar el postre.

Además, había una zona a la que en un principio no me permitían acceder a ver si estaba mi bolso allí porque era una fiesta privada de una empresa con dinero y no querían darles problemas.