Un rascacielos, hacia Dios.
Sobre la colina de Nygårdshøyden se alza una aguja de color rojo que llama la atención desde todos los puntos de la ciudad. Parece ser un rascacielos, pero no lo es, o al menos no vive nadie de carne y hueso en su interior.
Mas bien fue hecha para acercarse a los cielos, para estar mas cerca de Dios y dirigir a Él sus plegarias.
Y el mejor camino para llegar a su encuentro, según la fe cristiana, es subiendo esa especie de mini Calvario que desde Hakonsgaten nos va elevando con sus interminables escaleras y nos coloca a las puertas de esto hermoso y elegante templo.
Al levantar la mirada, nuestros ojos suben inmediatamente hacia el cielo, hasta esos 61 metros que coronan la torre de la iglesia, que como el resto del edificio se levantó en ladrillo rojo a finales del siglo XIX y que en sus días más festivos puede albergar nada menos que 1.250 personas.