El pequeño Edén del Dades
Cuando le preguntamos al responsable del albergue en el que nos alojamos por algún interesante para descubrir por la zona nunca nos imaginamos que pisaríamos el Edén :-).
Lachene, se empeñó en que cruzáramos al otro lado de la carretera N10 hacia la zona de las antiguas kasbahs junto al valle del Dades para dejarnos llevar a través de los "Gardens du dades" (Los jardines del Dades"
tras sus indicaciones, así lo hicimos, no tuvimso que caminar mucho para descubrir una impresionante kasbah en rehabilitación que con los colores del atardecer resaltaban aún más los suyos. Tras atravesar una estrecha calle salimos a una zona de huertos, de acequías, un mundo de olor a higos, a hierba fresca. Alcanzamos a un señor y un una pareja de agricultores y nos afamamos por preguntarles donde se encontraban los "jardines", ellos nos miraban curiosos, no sabían nada.
Nosotros nos dejamos llevar por el rumor del Dades, por el espectáculo de las huertas, de los pequeños arroyos y del canto de los pájaros, hasta que ¡Eureka! caímos en la cuenta que los Jardines del Dades era el lugar en el que nos encontrábamos.
Durante un rato fuimos como Adán y Eva en el paraíso, un bello atardecer, colores anaranjados del sol, frutales, agua, y vida, mucha vida en medio del desierto... Marruecos es así, confunde tus sentidos hasta hacer que caigas rendido ante sus maravillas naturales.
al regresar al hotel, le dimos las gracias a nuestro anfitrión por la preciosa recomendación y quedamos a la espera de alguna más para los días posteriores. Sin dudarlo, los Jardines del Dades ya forman parte de nuestro saco de favoritos.
