Sin duda, la única atracción que nos v...
Sin duda, la única atracción que nos viene a la cabeza si pensamos en Indianapolis es su célebre circuito ovalado, donde se celebra la carrera automovilística más famosa del mundo: Las 500 Millas. También se celebran otras competiciones de la NASCAR y diferentes categorías, incluyendo la fórmula I. En el interior del recinto de este colosal autódromo, situado en un suburbio de Indianapolis denominado Speedway, al que se accede con bastante facilidad en automóvil, se encuentra un museo que, al puro estilo americano, tiene la forma de Salón de la Fama. O sea, que hay una pared en la que están las placas en bronce de todos los ganadores de la Indy 500.
Aparte de este apartado honorífico, en el que reconoceremos algunos nombres famosos de la Fórmula I como Emerson Fittipaldi, el museo alberga muchísimos piezas acerca de la azarosa historia de este circuito, incluyendo un montón de automóviles de época. Dado que el autódromo ha estado en activo desde 1909, la cantidad de recuerdos históricos asociados a su nombre es gigantesca. Desde luego, lo más impresionante son los vehículos, todos ellos exparticipantes de alguna de las muchas competiciones que se han corrido aquí (también de motocicletas), algunos muy recientes y otros auténticas reliquias de principios de siglo.
La visita se acompaña de un audiovisual explicativo de la historia del circuito y existe la posibilidad, pagando un suplemento, de realizar una vuelta en autobús por el óvalo. Por desgracia, ese día había entrenamientos de la NASCAR y los tours por la pista no estaban disponibles. Por contrapartida, pudimos seguir las evoluciones de los vehículos en el asfalto, lo que no pasa todos los días…
Decir finalmente que, como en todos estos sitios, la organización es magnífica y dentro del recinto aparcamos con facilidad pese al gentío que asistía a los entrenamientos. Por descontado, hay una tienda muy bien surtida de artículos relacionados con el circuito o cualquier otra cosa. Si de algo entiende los americanos, es de merchandising… Ni decir tiene que, por poco aficionado que se sea al deporte del motor, la visita es poco menos que imprescindible.


