Catedral de Milán

El Duomo de Milan es la célebre catedral gótica verdadero símbolo de esta ciudad.

Mucho se ha dicho y mostrado acerca de los distintos periodos durante los que transcurrió la construcción de este templo impresionantemente grande, que figura entre los más gigantes del mundo.

Pero quisiera determe en la belleza y colorido de sus famosos vitreauxs, a través de los cuales pasa la luz externa, tiñendo de diferentes tonalidades las seis naves y sus numerosas columnas.

No se conoce exactamente quién fue el encargado de su diseño y construcción y aunque diferentes en cuanto colorido y composión, no tienen nada que envidiar a los también famosos vitreaux de Notre Dame de París o de la Saint Chapelle.

Poco se puede decir de la catedral de Milán que no esté dicho, pero es imponente. Es conocida como Il Duomo, palabra que viene del latín Domus Dei, que significa Casa de Dios. Es una enorme catedral gótica que está en el centro de la ciudad, es de las catedrales más grandes con espacio para más de 40.000 personas en su interior. En este mismo lugar se encontraba la Basílica de San Ambrosio desde el siglo V, y en el año 836 fue agregada la Basílica de Santa Tecla. En 1075 estos edificios fueron destruidos por un incendio y en 1386 comenzó la construcción del Duomo que no se terminó hasta 1813 cuando fue completada la fachada tras la petición de Napoleón Bonaparte que eligió esta iglesia para ser coronado rey de Italia.

Esta catedral es conocida como el Duomo di Milano, construida durante un largo período que comenzó en el siglo XIV.

Esta imponente Catedral de estilo gótico está compuesta por ladrillos revestidos con mármol. Su altura llega a unos 157 metros y se puede visitar tanto su interior, como sus tejados.

Para realizar esto último, solo basta con dirigirse a los costados de la construcción para subir por escalera; hay que dirigirse al ala exterior paralela al edificio Vittorio Emannuelle II, mientras que para subir por ascensor, hay que dirigirse al ala opuesta.

Caminar por los tejados de la Catedral puede ser una experiencia espectacular, no por tener una linda vista, dado que Milano no posee una traza urbana muy bella, pero si una vista espectacular del imponente bosque de pináculos.

Verdaderas joyas de madera que permanecen oscuras, casi en uno de los rincones de la catedral, sin que tal vez nadie se detenga a admirar el arte que aparece a simple vista.

Los confesionarios de la catedral de Milán, poco no nada hay escrito sobre ellos, pero permanecen inmutables en el tiempo. ¿Es que ya nos son tan concurridos como antaño?, o nos hemos acostumbrado a verlos como simples objetos ya caducos?

Su estilo gótico combina perfectamente con la catedral, con sus pináculos, gabletes y hornacinas.

Parece que estorban porque se mantienen alineados a un costado de la nave; algunos, muy pocos, uno o dos, todavía muestran un letrero que indica el idioma en que se realizan las confesiones.