La iglesia que merecía Apatamonasterio
Apatamonasterio siempre ha sido lugar de paso, punto clave en el corredor Durango-Elorrio y puerta de entrada al espectacular Valle de Atxondo. Es por ello que muchas veces, la iglesia de San Pedro Apóstol pasa desapercibida para el visitante.
En realidad Apatamonasterio es un barrio, antigua anteiglesia, del municipio de Axpe Atxondo, pero es desde hace tiempo el mayor núcleo poblado del valle, por ello extraña que Apatamonasterio no haya tenido parroquia propia hasta el año 1857.
Por la leyenda inscrita en la piedra justo encima de la entrada principal, la edificación se construyó en el año 1500, pero este año se refiere a la desaparecida ermita del mismo nombre, que dependió de las vecinas iglesias de San Torcuato de Abadiño y más tarde de la Iglesia de San Agustin de Etxebarria, en Elorrio.
Es por tanto en el año 1857, cuando se constituye oficialmente la Parroquia de San Pedro Apóstol, dotando a Apatamonasterio de la iglesia que bien merecía dada su importancia y auge poblacional.
Como características reseñables, comentar que se sitúa en una explanada que en realidad, en su orientación Norte, es un pequeño promontorio sobre el frontón y centro de la localidad, desde donde se accede a la altiva iglesia a través de unos anchos escalones en pendiente. Es una nave no muy grande, con forma rectangular, que dispone de de 2 entradas; la entrada principal mira hacia el sur, hacia el cordal montañoso Anboto-Alluitz del Duranguesado, y la otra, hacia el oeste; las dos, con puertas de madera clásicas que apenas tienen decoración. En realidad, la iglesia es muy sencilla, sin mucha ostentación, algo no muy habitual, pero por ejemplo, por fuera prácticamente no tiene decoración; lo único especial, muy especial por cierto para una iglesia sencilla como ésta, el detalle del óculo gótico, con vidriera, que conserva el antiguo ermitorio, bien visible desde los mencionados escalones, sin duda un toque de distinción.
Al igual que en otras iglesias de la zona, destaca sobremanera la zona porticada de firme piedra, que recorre 3 de las caras de la nave, dándole sombra y fresquito al edificio, pero sobre todo, ese toque característico al edificio, con su tejado y estructura interior de madera. Mencionar también la altiva torre del antiguo ermitorio, que se intenta imponer, con ayuda del promontorio, sobre el resto de edificios de la localidad. Por último, comentar la desafortunada acción que algunos gamberros han realizado sobre una tercera puerta lateral de la iglesia, bajo el pórtico de la torre, ya que está llena de pintadas de colores, lo dicho, una pena.
En fin, que Apatamonasterio tiene desde 1857 la iglesia que merecía y que hasta entonces le habían negado como parroquia propia; una iglesia bien chula que por su situación al margen de las carreteras principales, pasa muchas veces desapercibida, pero que tiene su toque característico y encanto, sobre todo con su escalones de acceso y la vista sobre la altiva torre, su pórtico, y sobre todo, su distintivo óculo gótico.
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