Nuestra Amada Señora
Nada menos que al año 1000 se remontan los pocos restos que perviven de la primitiva iglesia que se levantaba aquí antes del actual templo y de la que apenas quedan algunos pilares, muros y bóvedas. Eso sí, los arquitectos que se encargaron de edificar lo que hoy vemos ante nuestros ojos no escatimaron medios ni imaginación para convertir este edificio en una filigrana de recios y fuertes muros, y que sólo con mirarla nos hace elevar los ojos al cielo y quedar maravillados ante tanta elegancia.
Tras una serie de mejoras y ampliaciones, que desde el siglo XIII fueron embelleciendo la iglesia, finalmente las obras concluyeron tres siglos más tarde, quedando el templo casi con el mismo aspecto que actualmente vemos.
Mas recientemente se han hecho mejoras que han hecho aparecer restos interesantísimos de la primitiva iglesia entre los cuales unos frescos de incalculable valor artístico e histórico.
Ya dentro y tras pasar los muros de ladrillo rojo encontramos algunos tesoros, como el púlpito tallado del siglo XVIII o las maravillosas vidrieras de Alfred Manessier.
Alta, como todas las iglesias del norte germano, la nave se eleva casi tocando las nubes, y una torre románica da escolta a su hermana mayor, que fue gravemente dañada durante los bombardeos aliados de la Segunda Guerra Mundial.
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