Roberto Gonzalez
Pequeño tesoro napolitano
Escondidísima, casi desapercibida, al final de una callejuela adornada con ropa tendida, vespas endiabladas que gobiernan Nápoles, antiguas fruterías y licorerías flanqueadas por Vírgenes que recogen la devoción de las viejas nonnas napolitanas....Un pequeño palacio, no, una pequeña iglesia que parece cortar en dos la calle, como impidiendo seguir de largo sin entrar a visitarla.
Una puerta de madera vieja, mal encajada, más propia de una pequeña capilla ortodoxa de una isla griega perdida en el Egeo que de una iglesia napolitana.
Pero claro, puede que forme parte de la trampa. La trampa que te hace pensar que se trata de un templo más en el que no te fijarías si no fuera porque te aparece de frente.
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