Pequeñita pero muy hermosa
Y es algo muy común a todos los templos que se dedican a este santo, tan humilde y sencillo que su única y mejor compañía es un perro que lame sus heridas causadas por el contagio de lepra mientras se dedicaba a curar a enfermos en Montpellier.
Por eso, no llama la atención demasiado, más bien poco, con su fachada austera y de estilo neo barroco, sencillo, que no tiene nada que ver con las joyas que guarda en su interior.
Pero de eso hablaremos luego, ya que primero quiero que conozcan la leyenda que envuelve a la pequeña iglesia.
Ocurrió que entre 1512 y 1527 una terrible plaga de Peste Negra, de esas tan virulentas y mortales que eran capaces de dejar a la Europa de la época casi despoblada, llegó a Lugano y se cebó con todos sus habitantes. Los que iban mal que bien, escapando de La Guadaña, se reunieron para en un desesperado intento, pedir la intercesión de los santos para parar la epidemia.