Roberto Gonzalez
Sobrecogedora belleza
Pocas veces me había quedado tan asombrado, léase con la boca abierta de par en par, como cuando traspasé las puertas de la Iglesia de San José. Fue tal la impresión que causó en mi el abigarramiento brutal de la decoración que cubre en su totalidad la iglesia, que tuve poco menos que rendirme al gusto del "horror vacui" del Barroco.
Pero antes de entrar también me sorprendió, por encontrármela encajada entre casas, casi desapercibida, en pleno bullicio, pero aislada, llamando sin ser oída a los transeúntes de la cercana calle Sierpes.
No parece por fuera más que una capillita, no más que una pequeña iglesia de pueblo, sin embargo la riqueza que esconde su interior es infinita.
Leer más
+9