Fernando Almenar
Acampados
Nos sorprendió la lluvia, pero no una lluvia de diez minutos, si no un fuerte aguacero de más de una hora. Suerte que encontramos refugio al lado de esta iglesia.
Esperamos que aminorara y comentamos la posibilidad de dormir en este lugar.
Se acercó un vecino ofreciéndonos un pequeño trozo de jardín para pernoctar y, allí que nos fuimos sin pensarnoslo dos veces.
Teníamos la vista de la iglesia y un pequeño trozo de suelo en el cual plantamos de nuevo la tienda.
Pero esta vez no volvió a llover.
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