Desgastada, cansada y natigua, la...
Desgastada, cansada y natigua, la iglesia de Saint Germain se esconde en una esquina de la plaza, acogiendo mendigos y turistas en una humildad y silencio tranquilizantes. Aquí la luz juega con la madera agrietada y las estatuas paralizadas, las vidrieras sin alma (demasiado nuevas) y un órgano imponenete, magnífico, último vestigio de este lugar abandonado en medio de la multitud, como una obra maestra olvidad en un desván.