Hotel Rural con Pasado.
Llegar a este hotel es como llegar a un oasis. Ubicado en el centro de un lugar seco, árido y castigado por el viento. Al acercarse a las puertas se empieza a respirar una atmósfera agradable acompañada de la hermosa vista de las palmeras que parecían inexistentes unos metros atrás. Una vez dentro te olvidas de todo lo de alrededor y te aíslas para disfrutar de una estancia increíble.
El cortijo, originalmente un convento jesuíta, data del siglo XVIII. Está realmente bien conservado por sus siguientes dueños e incluso hay pinturas en el interior de algunos de ellos. Los múltiples salones son estancias muy agradables y decoradas de forma que parace que has viajado al pasado. Un pasado donde todo ocurría despacio pero intensamente. Como curiosidad, hay un largo pasillo con fotos de coches antiguos que provienen de recortes de periódicos.