Naturaleza brutal con servicio impecable
Llegué a la oscura silueta del singular Hotel Remota en plena tormenta otoñal de Patagonia. La gente de estos lugares fríos y de clima imprevisible tienen un carácter previsiblemente amable y el clima contrastaba con la hospitalidad y calidez humana del equipo del hotel que salieron a nuestro encuentro antes que Carlos, el chófer del hotel que nos recogió en el aeropuerto de Punta Arenas, tuviera tiempo de poner el freno de mano. He tenido ocasión de alojarme en unos cuantos hoteles en mi vida, algunos de mucho lujo, estrellas y fama pero el servicio que he disfrutado en el Remota consiguió sorprenderme. Se ha conseguido un equilibrio perfecto entre la deferencia exigida en un producto de lujo (con precios de lujo) y la relajación y liberación de formalidades necesarias para comprender y disfrutar de la naturaleza de este lugar tan especial. En un sin fin de detalles es evidente que todo el hotel está pensado para que el visitante disfrute con todos los sentidos. Detalles como que la estructura portante de edificio, en forma de columnas de hormigón estén separadas de las paredes y ventanales para que el edificio pueda moverse con el viento y dar al visitante la sensación de estar en una gigantesca tienda de campaña (¡créanme se mueven de verdad!). El único hilo musical del hotel es el que pone la madre naturaleza desde fuera, lluvia o granizo contra cristales, el viento o el canto de las aves. No hay televisión, ni falta les hace porque por cada una de sus ventanales se puede ver un documental de naturaleza en vivo y directo.
Comer la sopa de centollo me resulto algo complicado, no porque no fuera deliciosa, sino porque no podía quitar los ojos de la siempre cambiante vista del fiordo que tenía enfrente ni cerrar la boca. Justo cuando terminábamos de comer se presentó Javier que iba a ser nuestro guía particular durante la estancia. El Remota, ofrece la fórmula “todo incluido” y el cliente puede elegir cada tarde, aconsejado por su guía personal y por el hombre del tiempo, que actividad quiere hacer el día siguiente: senderismo, kayak, paseos a caballo, bicicleta de montaña etc. Los guías saben todo sobre la historia, flora y fauna pero han sido entrenados para ser discretos y sensibles a las necesidades de sus clientes acompañando en silencio si así lo prefiere el cliente. Este no fue nuestro caso; hacer senderismo con Javier era como ir de paseo con la Wikipedia y disfruté como un niño haciendo preguntas simplemente por comprobar que tienen respuesta. En este primer encuentro acordamos que quedaban pocas horas de luz y lo único que lo mejor sería una vuelta rápida por Puerto Natales y descansar para la caminata de cinco horas del día siguiente. Esa noche me quedé dormido con una sensación de paz y bienestar que - aunque no niego que pueda haber influido el excelente tinto chileno de la cena - creo sinceramente se debió a la sensación de estar lejos, muy lejos de mis preocupaciones cotidianos y cerca, muy cerca de la naturaleza. Soñé con las espectaculares paisajes que iba a ver al día siguiente, sin saber que la realidad del Parque Nacional Torres del Paine iba a superar mis sueños.
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