Ida y Vuelta
Un hotel marinero a pocos minutos en barco del centro de Estocolmo.
Tengo relacionados algunos alojamientos con colores y olores. El Hotel J es de éstos. Las sensaciones y los recuerdos se agolpan al pensar en este bonito lugar a las afueras de Estocolmo, en el barrio de Nacka. Fue el primer viaje que hicimos con nuestro peque, quien por entonces era un hermoso bebé de 10 meses y estupendo carácter.
A pesar de la "distancia" hasta el centro primó la tranquilidad a la hora de elegir este alojamiento ya que lo que nos transmitía su web era sobre todo mucha serenidad y además unas estupendas vistas de la isla de Djugarden y del brazo de mar que pasaba tan cerca, siguiendo la pradera en cuesta del jardín.
Situado en un antiguo edificio de 1912 y en otro pegando a éste más moderno, te daba la sensación de estar en Nueva Inglaterra gracias a los colores blancos y azules de sus tejidos, la madera en blanco e incluso la ropa de los empleados, de lo más "preppy". La atención del personal era exquisita y extremadamente amable. Con nosotros todo fueron facilidades, tanto en la hora de llegada (muy temprano por una pérdida de enlace de avión), como en todo lo que pudimos necesitar para nuestro pequeñín, como cuna, agua para biberones, toallas etc..
La habitación era amplia y estaba casi toda ella ocupada por una enorme cama y la cuna; tenía también un pequeño balcón con vistas al jardín y al mar y daba gusto asomarse y ver tantos contrastes de azules y verdes. Esos colores que tanto me gustan.
Las zonas comunes las formaban, además del jardín, una terraza con tumbonas y el salón multiusos de desayuno que tenía elementos de cocina disponibles para usar en cualquier momento, así como un "honesty" bar. Más de una noche cenamos en alguna de sus largas mesas comunitarias con alguna cosa que nos habíamos comprado en el centro.
El placer de contemplar el atardecer desde el jardín y el del paseo en barco hasta el mismo centro de Estocolmo, cogiendo un barquito en el puerto de Nacka, sumaban unas agradables experiencias a la de ya por sí curiosa de alojarnos en el Hotel J.
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