Una auténtica experiencia diferente
Vale, te pongo en situación: llegamos a una lujosa zona de alojamientos en primera línea. Aparcamos en uno de los hoteles más lujosos y exclusivos que hay.
Pasamos casi volando por la recepción, donde apenas paramos para que nos den las indicaciones para cambiarnos, con privacidad y no provocar un escándalo. Subimos hasta la última planta del hotel en un ascensor de cristal que mira al mar, que se va al infinito. Y cuando estamos en lo más alto, subimos un piso más.
Ahora sí. Contemplar el mar desde lo más alto solo es superado por una cosa: recibir un masaje relajante, que te destense, en lo más alto, y encima ver el mar extendiéndose hasta el infinito. Pura magia.