Perfecto equilibrio
En mi estancia de una noche en Barcelona quise elegir un hotel que no estuviera en el centro de la ciudad, para evitar las aglomeraciones, y que me permitiera descansar en un sitio tranquilo para ir al día siguiente al puerto de Barcelona.
Elegí El Prat de Llobregat y no me equivoqué, y menos al elegir este hotel, en una zona tranquila, bien de precio, con cómodas habitaciones, un buen desayuno y una piscina cubierta que, aún siendo pequeñita, constituye un auténtico lujo en verano y más cuando llegas cansado de un largo viaje. También había sauna y el restaurante tenía un bar de tapas a un precio fantástico.