Guadalest

El pueblo de Guadalest se encuentra a ambos lados de una tremenda roca que en forma de cuchila está hincada sobre el terreno. El valle en su recorrido ha inundado la parte norte de "esta cuchilla", de una vegetación espectacular. La "cuchilla" sirve de protección para el lado sur, agreste y rocoso y en algunos rincones tropical, crecen palmeras y cactus...

Así que al pasear por sus calles estamos disfrutando de un recorrido sin igual. Sus vistas son diversas a medida que lo recorres: a un lado el frondoso bosque, al otro, allí a lo lejos, el mar, de repente un campanario en lo alto de la roca más alta, otras vistas del valle y... ya sueña uno en la época mediaval. Aquí la naturaleza ha sido generosa con el hombre y ha repartido belleza infinita por todos los rincones.

Pues bueno, en 22 años que tengo, aún no había ido a visitar Guadalest y eso que está en mi provincia, pero bueno, es de esos lugares que siempre has oído hablar y siempre quieres ir, pero por H o por B, al final no vas. Y esta fue la definitiva, un fin de semana completito.

Decidimos visitar el pueblo y la verdad, quedé muy contenta...Vistas preciosas de los alrededores desde los puntos más altos, museos a montones (como el museo de miniaturas o el museo de la tortura medieval)eso si, en todos los museos hay que pagar una entrada de 4€ para visitarlo, pero en muchos merece la pena :), el castillo, la antigua cárcel y aljibe, la plaza del ayuntamiento y por supuesto, un montón de tiendas de recuerdos, donde puedes comprar desde los típicos muñecos o abalorios con distintivos de españa para los extranjeros, hasta artesanía de todo tipo, pasando por gran variedad de mieles fabricadas y cultivadas en este pueblo.

Aunque es difícil irse de la preciosa Altea aunque más no sea por un rato, un día en que estaba nublado decidí ir hasta Guadalest, un pueblo con un conjunto de fortalezas y recintos amurallados que sorprenden por su espectacular emplazamiento en un valle rodeado por imponentes sierras.

Apenas se deja atrás la costa, la ‘Serra’ se impone y se convierte en total protagonista. Sus picos más altos, áridos y rocosos sobresalen al fondo, mientras que en sus laderas aterrazadas crecen nísperos, cítricos y almendros. El camino cruza el río Algar, bordea el valle del río Guadalest y lleva a Callosa d´en Sarriá.

Pequeño pueblo en el que abundan, a veces de forma agobiante, los comercios dirigidos a los turistas. En invierno, que fue la época en la que lo visitamos, las calles están medianamente tranquilas, solo transitadas por grupos compactos de personas de la tercera edad trasladadas en autocar desde la vecina Benidorm. En verano, este lugar debe ser asfixiante. Desde algunas de sus terrazas sobre el valle se pueden divisar las Sierras de la Xortá, Aitana y la Serrella. En el embalse que recoge las aguas del Guadalest hay una pequeña embarcación dotada de energía solar que ofrece excursiones alrededor del pantano.

Guadalest es uno de los ejemplos, de que Alicante tiene paisajes preciosos, el verde de las palmeras, de los arboles y los montes se mezclan con el azul del mar, mientras el sol de Alicante los acentúa con fuerza.
Maravilloso pasear por este lugar, visitar el castillo, la casa orduña.
Las calles empedradas, las casas blancas, para combatir el calor que aquí nos seduce casi todo el año.

Impresionante también los dos museos de micro esculturas, imprescindible verlos, veras cosas que jamas pensaras que se pudieran hacer.