Charly Sinewan
Un paraíso con precio de hostel
Cuando escribo estas líneas el Green Turtle se encuentra cerrado por remodelación. Dice su web que reabrirán pronto, algo que deseo porque es de los mejores sitios en los que he estado.
El Green Turtle es un hotel pensado para backpackers, overlanders y turistas que no busquen grandes comodidades. No hay corriente eléctrica, ni piscina ni duchas con hidromasaje. Ni falta que hace, el lugar es único por varias razones.
Dispone de una amplia zona para acampar o aparcar vehículos overlander. El suelo es la fina arena de la playa. La sombra la proporcionan las muchas palmeras que crecen allí mismo. Si eso no te place, tienes opción de dormir en habitaciones dobles o en dormitorios comunitarios con literas. Todo a un precio muy razonable.
En el bar-restaurante puedes pasar horas o incluso días. La cocina es excelente, el personal amable y siempre encontrará una interesante conversación con alguno de los mucho personajes que por allí pasamos. Yo llegué pensando en estar un par de noches y me fui muy disgustado diez días después. Me hubiese quedado varias semanas. No soy el único, ha habido overlanders que han vivido allí meses.
La actividad principal es el descanso; físico y mental. Una característica del Green Turtle, algo que en mi opinión lo hace único, es el rugir del océano. Cada pocos segundos rompe bruscamente una ola contra la playa, a escasos metros de tu tienda de campaña, tu habitación o tu mesa en la que comes o cenas. Nunca para, en los diez días que estuve nunca dejó de romper una ola cada pocos segundos. Esa particularidad hace que si tienes una conversación con alguien, a tu lado, se escuche perfectamente lo que habla tu interlocutor. Sin embargo puedes tener un grupo numeroso de italianos a pocos metros y no los escuchas, el rugir del mar es tan fuerte que calla todo lo demás. Esto supone estar completamente aislado del exterior. Si te gusta leer, escribir, o simplemente pensar, este sitio es único.
Un paraíso de palmeras sobre arena blanca, frente al Atlántico y sin escuchar nada más que lo que deseas.
Pero la cosa no acaba aquí. A unos quince minutos paseando por la playa está Akwidaa, un pueblo pesquero en el que viven unas diez mil personas. Pasear por el pueblo es sumergirte en el África Negra sin intermediarios. Todo lo que ves es de verdad. Por supuesto que los niños te pedirán monedas o caramelos, acostumbrados a los turistas que pasean por allí. Pero el pueblo vive principalmente de la pesca y no del turismo, lo que hace que todo sea real.
Por muy poco dinero puedes encargar un enorme atún a los pescadores o langosta en cantidades que resultarían impagables en Europa. En la cocina del Green Turtle se encargan de cocinártelo. Si lo prefieres, puedes hacer un fuego en la playa y cocinártelo tú mismo.
Espero que lo reabran pronto, sólo de escribir el artículo me han dado ganas de volver.
Puedes ver más fotos en este link:'https://www.sinewan.com/wp/galera-paraso-overlander/'
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