Agua pura
Este ha sido sin duda uno de los rincones más divertidos del viaje a Bali, ya que fue un cúmulo de sensaciones en poco menos de una hora.
Para llegar a la catarata de Guiguit hay que salirse de la carretera general que recorre la isla de arriba a abajo. A unos 400 metros de la entrada del camino señalizado hay un pequeño parking y un puesto donde "debemos" dejar un "donativo", con la clara diferencia entre nuestro sentido de donativo y el suyo.
Un camino nos lleva entre los altísimos árboles hasta un par de casas donde el camino se bifurca. NO tomemos el que indica la flecha ( como hicimos nosotros), ya que está torcida y nos lleva a unas interminables escalinatas que nos bajan a un barranco por donde pasa el agua y se encuentra una especie de turbina y varias cataratas pero que son inaccesibles. El sitio es muy bonito pero las escaleras de subida, matan.
Así que en la bifurcación sigamos recto, por el camino cubierto de cemento y en unos 200 metros llegaremos a un lugar realmente único, donde varias cascadas se alternan con pozas donde podemos bañarnos con tranquilidad, en un agua tan limpia que incluso me atreví a beberla. Estaba dulce y fresca..
Unos niños disfrutaban del agua de tal manera que no pudimos ser menos y nos zambullimos en ella.
La fuerza del agua nos zarandeaba en algunos lugares, pero formaba parte de la diversión. Un precioso altar era el complemento ideal en la imagen del agua que caía desde las altas paredes del corte. Era como un espacio cerrado, donde no había llegado prácticamente nada, donde la naturaleza lo envolvía todo y al mismo tiempo parecía querer reventar en colores, sonidos y aromas.
Refrescados, relajados y con energías renovadas continuamos nuestro camino hacia el norte.