Rodamons
Sentir el desierto
Mi rincón preferido en el Sahara.
El Frig (conjunto de haimas) de mi amigo Paco Jiménez se encuentra situado en mitad de la nada, en pleno desierto del Sahara. Se accede por un desvío localizado en la pista que va del Aaiún a Dakhla, indicado por un “radjem” (mojón de piedras) solo perceptible por los conocedores del lugar.
Estar en aquel recóndito e inmenso lugar es sentir plenamente el desierto. El asombroso y siempre diferente atardecer y la mágica puesta de sol. Las noches iluminadas por un cielo tachado de rutilantes estrellas y la presencia de la esplendorosa luna en un puro y nítido cielo sin contaminación lumínica. Pero sobre todo la paz, la tranquilidad que se respira.
El Frig está compuesto por varias haimas, una principal que hace de comedor, otras dos de dormitorio, otras pequeñas para los pastores. También cuenta con una vetusta construcción donde existe un dormitorio y donde se guardan las guarniciones del magnífico ejemplar de caballo árabe que posee Paco. Recientemente se ha encontrado un manantial de agua sulfurosa y se está construyendo un rústico balneario en consonancia con el lugar. Los cercados para el ganado están algo alejadas del Frig, donde las pozas de agua.
Al atardecer es todo un espectáculo contemplar la llegada de los pastores con el ganado, un centenar de camellos que han estado pastando durante el día por el desierto y que al llegar la noche se recogen en el Frig.
Es gratificante levantarse al amanecer cuando apunta el día para ver salir el sol, primero un sol rojo aún tenue en el horizonte, en pocos minutos un sol radiante que baña las dunas y empieza a calentar.
En los cercados ya hay actividad, los pastores ordeñan las camellas, las preparan para la nueva jornada o tal vez atienden a un bebé camello que acaba de nacer (lo he presenciado en un par de ocasiones).
El día en el desierto transcurre apacible, después del desayuno tal vez un paseo a camello, o tal vez un largo recorrido con el 4X4, sorteando las dunas, a este tipo de conducción se le llama “navegar por el desierto” y dejar que suba la adrenalina bajando con el 4X4 por dunas casi verticales confiando en la pericia de Paco.
Tomar el te al estilo saharaui, es uno de los actos sociales más importantes, se platica, no hay prisas.
El saharaui dice..."ustedes tienen el reloj..., nosotros tenemos el tiempo"
Es un ceremonial que consiste en tomar tres tes a largos intervalos. El primer te tiene que ser amargo, "amargo como la vida", el segundo te tiene que ser dulce, "dulce como el amor", el tercer tiene que ser suave, "suave como la muerte". El te lo endulzan con unos pilones compactos de azúcar que rompen a trozos.
Las noches idílicas, fuego de campo, elaboración del pan al estilo saharaui que consiste en cubrir la masa con unas telas y enterrarlas en medio de las brasas de la hoguera, cenar en torno a la lumbre escuchando a Paco narrando aventuras, vivencias en el desierto, nunca termina el repertorio, contado con aquella cadencia de voz y con aquel acento característico de los canarios.
La experiencia la repito con relativa frecuencia. Siempre recordaré la noche que la pasamos al relente con mi hija al abrigo de una duna, aquellas fascinantes noches que invitan a la charla, a la confidencia.
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