Parapente en Santander: Inolvidable
A tan solo 15 minutos de Bucaramanga, en Floridablanca se encuentra la mesa de Ruitoque, un lugar que cada fin de semana llena sus cielos de cientos de apasionados por el vuelo en parapente. Ahí estaba yo, parado a 1.100 metros de altura con el corazón latiendo más rápido de lo normal y las piernas temblorosas, pero listo para sentir la libertad de volar por primera vez y dejar que la adrenalina y el vértigo se apoderaran de mí.
¿Nervios? claro que los hay, además de algo de ansiedad. No es fácil despegar los pies del suelo, montarse en un parapente y dejar tu seguridad a merced del viento, pero con buena compañía y algo de confianza en el guía de turno todo se hace más llevadero.
El momento llegó y sentía que el corazón se me iba a salir del pecho, cerré los ojos, respiré profundo y en medio de la expectativa nos lanzamos al vacío. Sentí la necesidad de gritar y grité fuerte, muy fuerte. La emoción se mezcló con el vértigo y un poco de mareo que fue cediendo gradualmente. Pasaron 2 minutos y de ahí en adelante las sensaciones que recorrieron mi cuerpo son indescriptibles, solo alguien que ha vivido esta experiencia puede entender lo increíble y adictivo que puede llegar a ser sentir la libertad de volar por unos minutos y divisar todo desde otra perspectiva.
Y aunque no lo parezca un parapente vuela más rápido de lo que se cree y puede alcanzar velocidades cercanas a los 50 km/h, por lo cual como me decía mi guía es posible realizar vuelos extensos y conocer desde el aire La Mesa de los Santos, el Teleférico de Panache y el cañón del Chicamocha, lugares exóticos y dignos de visitar en la geografía Colombiana.
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