Llegué a Copacabana -primer pueblo ...
Llegué a Copacabana -primer pueblo sobre el Titicaca boliviano si uno viene del Perú- y me dijeron que había fiesta. Sí, yo siempre tengo suerte. A pesar de las 10 horas demoledoras de bus, corrí al hostal, dejé mi mochila y volví a salir con mi cámara. Me había trasladado a otro siglo: Copacabana, como toda Bolivia, no se parece a nada en este mundo. Intentando disimular mi cámara, me acerqué a la costa del Titicaca, donde, alrededor de un escenario atiborrado de autoridades, se iba concentrando la gente. Hoy es 23 de marzo, Día del Mar, me dijeron, y yo pensé que el mar era el Titicaca. Tenía su lógica: El lago, un espectacular océano de agua transparente a 3800 metros de altura, y considerado sagrado, tenía que tener su día. Pero tantos militares me despistaron. Volví a preguntar: La Fiesta del Mar conmemora a los muertos en la guerra con Chile, guerra en la que Bolivia perdió su única salida al Pacífico.
Mientras todo este despliegue de extraña belleza duró, y a pesar de mi fascinación, claramente capté algo muy fuerte: Los bolivianos viven en su mundo, ignorando todo lo que no sea Ellos. Aquí se mira hacia adentro, sin curiosidad por saber de ti... Gringuita, señorita, de dónde eres, es bonito tu país, de qué trabajas... Bolivia no es el Perú.
Me aguarda un mundo para descubrir; qué mejor, pensé.
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