De momento no masificada
Al enterarnos de que en Montefrío se había renombrado el mirador de Tocón como mirador National Geographic inmediatamente nos llamó la atención la noticia. En la publicación se mencionaba que en marzo de 2015 la revista seleccionó a esta villa del poniente granadino como una de las diez localidades del mundo con mejores vistas urbanas. Aquel reportaje produjo una riada de visitantes tal que en diciembre decidieron montar una feria medieval. En este año de 2016 han repetido tal experiencia, varios días después de renombrar el mirador que eligió National Geographic con su nombre.
Así que decidimos aprovechar el fin de semana para contemplar tan maravillosas vistas y disfrutar de su II Feria Medieval.
Nos alojamos en los apartamentos de Monteftur, cuyas terrazas dan a la plaza central del pueblo, por lo que nos bastaba mirar por la ventana para estar al tanto de las actividades que se celebraban a pocos metros nuestros. En ocasiones no necesitábamos ni mirar por la ventana porque escuchábamos lo que sucedía. Ese fue uno de los defectos que le encontramos a esta Feria, aunque teóricamente abría de 11:30 de la mañana a 11 de la noche hasta altas horas de la madrugada se podía escuchar hablar a algunos vecinos sin prisa por acostarse y con poco respeto con el sueño ajeno. En la esquina de la plaza varios policías locales se pasaban todo el día atentos a cualquier incidencia pero de madrugada sólo había charlatanes.
En realidad esta feria está dividida en dos partes. Por un lado un Mercado Medieval, con más de 30 puestos donde puedes encontrar casi de todo, desde cerveza artesana o pizzas a elementos de otaku. La variedad es mucha aunque predominan los productos típicos locales. Por el otro una serie de actividades que se celebraban siguiendo un estricto horario que debería de estar colgado para conocimiento general en algún cartelón a la entrada de la plaza. Nosotros conocíamos dichas actividades por internet y porque las veíamos o escuchábamos pero sería mucho más fácil exponerlas para conocimiento de todos los visitantes.
Había un poco de todo, desde una chocolatada a una exhibición de tiro con arco, pasando por vuelos de cetrería, magos, paseos en ponys, danza del vientre, talleres y espectáculos de todo tipo de índole callejeros.
El marco era incomparable, junto a la iglesia de la Encarnación de planta redondeada, a los pies del castillo y con un trenecito turístico por si querías ver Montefrío desde sus excelentes miradores, de los mejores del mundo.
Nosotros compramos aceite de la zona, Montefrío es un pueblo olivarero, algunos recuerdos otaku, a precios razonables y alguna yerbas medicinales para la circulación.
El éxito de estas ferias medievales está asegurado porque ya sólo con el marco merecen la pena. Pero esta feria tiene un problema básico, la falta de aparcamiento. No se puede pedir a los visitantes que dejen su vehículo, si encuentran hueco, a doscientos metros y luego suban una cuesta empinada o escalones para llegar al centro. O bien se llega a un acuerdo con el trenecito para que sirva de transporte urbano para ir llevando visitantes o hay que pensar en otro lugar para la feria. Estoy seguro de que en sólo dos años aquello será un hervidero de turistas, es por ello que recomiendo a los viajeros que el próximo año hagan un hueco en su agenda y ese fin de semana de diciembre vayan a Montefrío. Os aseguro que disfrutaréis de una auténtica feria medieval, antes de que la masificación de visitas la haga imposible. Porque esta Feria Medieval, que este año ha celebrado su segunda edición, es un éxito total.


