Siento cierta afinidad por las...
Siento cierta afinidad por las construcciones abandonadas, pero cuando un tipo que además nos saco de Matillas, donde por lo demás no hay NADA, nos contó la historia de la fábrica supe que aquello era algo importante; o que lo había sido.
Tiempo después llega a mis oídos que existe una tesis sobre esta fábrica como ejemplo exhaustivo de la industrialización de las zonas rurales.
Al parecer, y además con muchos errores que añadiré, El León era una fábrica de un cemento particular: el cemento blanco, propio de países mediterráneos y de Oriente Medio. Pues bueno, resulta que se formó este pueblo tal y como permanece ahora, porque los obreros que aprendieron a trabajar con aquellas máquinas que venían de Inglaterra se mudaron lo más cerca de aquella fábrica que creó una villa moderna a su alrededor de la nada.
La demanda de cemento blanco cambió por el cemento gris que todos conocemos; supongo que son cosas que pasan, el caso es que por lo que entendí, no se podía cambiar el producto, fabricar cemento gris, adaptarse a la moda y continuar. No se podía porque las máquinas eran distintas y cambiarlas era una inversión que ni los dueños españoles, ni los ingleses, quisieron afrontar.
El fin de la historia es pasear por Matillas, un pueblo fantasma moderno (sólo hay que ver la iglesia del pueblo) donde aun vive gente, pero todos trabajan fuera porque Matillas no tiene futuro. Y ahí queda la Fábrica de cemento El León, como un legado cargado de pesadumbre.


