Alberto Sifuentes Giraldo
Me faltaban palabras
Después de ver el ciclo que pintó Murillo para el Convento de los Capuchinos de Sevilla, me faltan palabras para poder expresar lo poderosas y sublimes que son las imágenes que salieron del pincel de este grande del arte universal. Sean sus preciosas Inmaculadas, sus piadosísimos santos o la gente pobre común que retrataba dentro de sus escenas sagradas, vaya capacidad de conmover y de acercar lo divino a un plano tan humano que casi se puede tocar y, sobre todo, qué maestría para convertir una mancha, un punto, un golpe de pincel en un detalle realista perfecto.