Con tridente y todo
Enorme, así es la estatua construida en Hardiwar en honor de Shiva, una de las tres deidades más veneradas del hinduismo. Se trata de una figura gigante puesta en pie con el cabello ondulado, peinado que conecta directamente con el fluir del río. Según la tradición, el rey BhaguiRatha imploró a la madre Ganga que bajara al mundo para purificar sus pecados y los del resto de la humanidad y Shiva ofreció su melena como colchón al salto de la deidad. De ahí la conexión entre el dios y el río.
A la pétrea representación, ubicada en una islilla en mitad del Ganges unida al continente por un puente de tirantes, no le falta detalle. En ella se ven claramente atributos como la media luna o el tridente. Este último puesto en sus manos simboliza que la creación, el mantenimiento y la destrucción del mundo están bajo su control.