Una estación especialmente acogedora.
¿Reconoces aquella sensación de agobio y estrés que caracteriza a buena parte de las estaciones de trenes en el mundo? Bueno, apenas llegues a Szeged sentirás todo lo contrario. Construida en el año de 1902, la Estación de Trenes de Szeged parece nada menos que una pequeña casa de arquitectura historicista desde la que por casualidad parten trenes hacia el resto de Hungría y sus países vecinos.
En la planta baja, una única pantalla muestra las llegadas y partidas de trenes desde la estación. A ambos costados, las escalinatas llevan hacia el segundo piso en el que se encuentra la boletería construida en su totalidad con madera. Frente a ella, una pequeña cafetería sirve emparedados y pequeños bocadillos para los pocos viajeros que la frecuentan.
Además de lo bonito (y “acogedor”) de la estación, vale mucho la pena observar las pinturas en los techos y los detalles de la fachada exterior. Si bien las estaciones de trenes son generalmente sitios en los que se intenta pasar el menor tiempo posible, aquí el hecho de que el tren venga algo retrasado no genera la menor molestia. En el interior del lugar hay baños limpios, internet gratuito y un par de máquinas expendedoras de aperitivos y café.
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